lunes, 2 de noviembre de 2009

#internetnecesario


Mario Campos/El Universal


¿Hay algo peor que un movimiento social fracase? Sí, que triunfe y no se dé cuenta. Y ese es un riesgo que hoy corre el movimiento de #internetnecesario. Tal vez porque los tiempos parlamentarios son anticlimáticos, las decisiones se tomaron a lo largo de muchos días y terminaron en una jornada en la que también fueron aprobados impuestos que nos dejan con poco ánimo para celebrar. Sin embargo, el triunfo de esa iniciativa es de grandes dimensiones.
Si se mira, por ejemplo, cuáles fueron los grupos que influyeron en el paquete económico uno se encuentra con las cúpulas empresariales, las tabacaleras, algunas televisoras...y los twitteros. Los tres primeros son notables grupos de interés, bien organizados, con financiamiento y trabajo político de años. Los twitteros, por su parte, son ciudadanos que sin una estructura previa lograron ser protagonistas en esta historia. ¿Qué permitió este fenómeno que atrajo a tantas personas a la política, por qué en este punto en concreto sí pesó la opinión de un grupo de ciudadanos? Comparto algunas ideas.


La naturaleza de la causa. La defensa de internet unificó a los grupos más diversos, no partidizó de origen, no distinguió por ideologías, no era una bandera de la que en principio se pudiera diferir.

La demanda era simple y con sustento. Muchos de los protagonistas aportaron datos, ideas, argumentos que estuvieron acompañados con una consigna fácil de entender y compartir bajo la etiqueta de #internetnecesario. Si bien hacia el final se quiso ampliar el rechazo hacia el impuesto al resto de las telecomunicaciones fue importante identificar un objetivo concreto.

La protesta definió formas de actuación. Desde la colocación de la etiqueta #internetnecesario, la foto en el Parque Hundido o el envío de correos a los legisladores. Se crearon formas para canalizar el descontento lo que sirvió para reforzar el sentido de pertenencia y la demostración de fuerza.

Identificó interlocutores. Esta es una de las piezas más importantes de toda la experiencia. No se quedó en un desahogo de amigos ni un movimiento de internet. En el momento en que se entendió que había que llevar el mensaje a los tomadores de decisiones se dio un paso fundamental. La reunión con los legisladores fue clave para el triunfo porque fue el eslabón para conectar la nueva política – en la red – con la tradicional, que se produce en el encuentro cara a cara.

Se hizo política institucional. Algunos de los impulsores tuvieron la virtud de conocer y explicar el proceso legislativo. Se hizo en el momento y con las personas adecuadas. Es un ejemplo de madurez política pues se pasó del reclamo ambiguo a la gestión concreta.
El lenguaje fue respetuoso. Parecería una anécdota pero el tono fue una pieza clave para el diálogo. A los interlocutores nunca se les agredió. No fueron insultados ni descalificados y eso los hizo receptivos a los argumentos.

El movimiento no tuvo líderes. De esta protesta destacaron varios twitteros, figuras importantes que ya he mencionado en post anteriores y que tuvieron el estratégico papel de ser de voceros con los legisladores y con algunos medios, sin embargo está claro que no hubo una persona que se presentara como la cabeza, lo cual además habría provocado la distancia de ciertos impulsores.

Se involucró a los medios tradicionales. Internet es un espacio muy importante pero acotado. Las notas y entrevistas en prensa, web, radio y televisión contribuyeron a captar a más simpatizantes y a generar incentivos para que los políticos pusieran atención al tema.

No fue, es, ni será un proyecto “institucionalizado”. Contrario a la tendencia que tenemos de “institucionalizar” todo con membretes, organigramas, comités, estatutos, etc. En este caso se entendió que el movimiento nació con un objetivo y así mismo desaparece. Eso que algunos podrían ver como una debilidad en realidad es una fortaleza porque la lealtad se gana por causas específicas y no de forma incondicional ni atemporal. El movimiento es una muestra fiel de la libertad con la que se actúa en las redes sociales, similar a como se hacen películas: personas talentosas se unen para sacar adelante un proyecto hasta que éste llega a su fin.
¿Será este caso el inicio de un movimiento más grande o sólo será recordado como un hecho aislado? Ojalá sea lo primero. Ello dependerá de que todos los participantes atesoren lo que lograron no sólo por el contenido – que al paso del tiempo será lo menos relevante – sino la forma de actuación. Como resultado de este proceso cientos, sino es que miles de personas, sobre todo jóvenes, se interesaron en la política, en su Congreso, en buscar formas para hacerse escuchar.

También algunos políticos descubrieron que pueden ganar un gran capital escuchando y dialogando con este sector de la sociedad que se está articulando cada vez más gracias a la tecnología.
Finalmente, de la capacidad de aprendizaje de todos los actores – ciudadanos, medios de comunicación y políticos – podrá salir una sociedad más fuerte, convencida – como pocas veces en su historia – que su opinión es importante, conocedora de que no toda la política es electoral y que hay formas para que sea el ciudadano el protagonista de la historia y el constructor de su propio destino. Por eso hay que celebrar – más allá de nuestra relación con estos hechos – el triunfo del movimiento de #internetnecesario.

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