jueves, 27 de enero de 2011

La revolución si se organizará via Redes Sociales

El Pais 27-01-11

Miles de egipcios desafiaron ayer la prohibición expresa del Gobierno, que había advertido que no permitiría protestas, y volvieron a lanzarse a la calle para pedir el fin del régimen de Hosni Mubarak. La red social Facebook fue de nuevo la herramienta que los jóvenes del país del Nilo emplearon para convocarse en varias localidades.
Apenas unas horas después de protagonizar las mayores manifestaciones de los últimos 30 años, el mensaje corría de terminal en terminal: "Hijos de Egipto, tomad las calles". De este modo el grupo opositor Jóvenes del 6 de Abril, uno de los organizadores, animaba a no perder el espíritu que habían inflamado durante la jornada previa que denominaron día de la ira. Y así también la juventud egipcia volvía a situarse a la vanguardia de la revuelta dejando atrás a sus líderes políticos.

La revolución tunecina no tiene líderes, pero busca a sus héroes y los encuentra. Son Mohamed Ben Kilani , de 37 años, el piloto que se negó a embarcar a los familiares de Leila Trabelsi, la esposa del derrocado presidente; Slim Amamou , de 33 años, el bloguero que pasó de la cárcel al Consejo de Ministros; Hamada Ben Anoun, de 22 años, el rapero encarcelado por arremeter en un rap contra el jefe del Estado.

Entre ellos hay, por ahora, una sola mujer, Lina Ben Mehnni, de 27 años, de buena familia y de salud frágil -tiene un riñón trasplantado-, profesora de inglés en la Universidad de Túnez, que se recorrió el centro del país cuando la revuelta alcanzó su cénit para narrar al minuto lo que allí sucedía. Fue entonces cuando se hizo famosa entre sus compatriotas.

"Empecé a bloguear en 2007 y en tres idiomas -árabe, francés e inglés-, sobre temas no conflictivos como la música, pero al año siguiente di un salto cualitativo", explica Menhnni desde Túnez. "Desde Tunisian Girl [el título de su blog] denuncié la censura en Internet impuesta por el régimen y defendí los derechos humanos", recuerda por teléfono, "y entonces comenzaron los problemas".

"Mi blog fue censurado, es decir, que dejó de ser accesible desde Túnez, y al regresar de noche a casa de mis padres [dónde aún vive] me topaba con policías de paisano que primero me decían con educación que una chica de buena familia no debía hacer esas cosas", recuerda.

Con el tiempo "el acoso policial fue más agresivo y un buen día entraron en casa por la fuerza y se llevaron mis dos ordenadores y mis cámaras". ¿Cómo sabe que fue la policía? "Los vecinos eran chivatos de la poli y ahora nos han contado que fue ella la que nos robó", responde Mehnni. Nunca perdió su empleo, pero era la que más tardaba en cobrar.

Cuando estalló la revuelta Mehnni plantó a sus progenitores -"a mi padre le preocupaba mucho que me detuvieran y me privaran de la medicación que tomo para el riñón"-, dejó su trabajo y se pateó el epicentro de la revolución: Kasserine, la ciudad en la que hubo 50 muertos; Sidi Bouzid, donde nació la revuelta y Regueb.

"Allí donde había conexión a Internet los jóvenes lugareños colgaban vídeos que yo completaba con mis textos y mis propias imágenes", recuerda aún emocionada.

"Facebook, Twitter y otras redes sociales han servido a los tunecinos para informarse de lo que sucedía -los medios públicos lo ocultaban- y también para movilizarse", asegura. "El régimen reforzó la censura, pero los tunecinos somos unos expertos en sortearla", sostiene.

Poco antes de que estallase la revolución los cables de la Embajada de EE UU en Túnez, difundidos por Wikileaks, describieron la corrupción del régimen. ¿Fueron un detonante? "No", contesta. "En Sidi Bouzid, allí donde empezó todo, todos ignoraban esas revelaciones. Aquí, en la capital, sí conocíamos su contenido, pero los informes estadounidenses solo confirmaron lo que ya sabíamos".

martes, 25 de enero de 2011

La 'vendetta' de Assange

Olivia Muñoz-Rojas. El Pais. 24-01-2011

El líder de Wikileaks le pone cara, no solo a Anonymous, sino a toda una corriente revolucionaria propia del siglo XXI. Un movimiento líquido, cibernético, en gestación, que necesitaba un icono de carne y hueso

Al observar el fenómeno Assange que ha venido desarrollándose últimamente, parece que estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo icono y estética revolucionaria. Da la sensación de que la sensibilidad iconográfica del momento ha hallado en la efigie de Julian Assange una poderosa imagen de la revolución de nuestro tiempo. Desde las portadas de los medios hasta los improvisados pósteres de Anonymous, en cuestión de semanas, el rostro de Assange ha pasado a formar parte del imaginario de este cambio de década. Puede tratarse de un fenómeno transitorio, una moda, que, como otras, pasa, o de un fenómeno circunscrito a una determinada región geográfica, especialmente receptiva a este movimiento, pero existen razones que invitan a pensar en un cambio más longevo y profundo en la iconografía revolucionaria.

La estética de un movimiento nada tiene de trivial (basta pensar en la importancia que le otorgaron los movimientos políticos del siglo XX, especialmente los de signo totalitario); por lo que merece la pena reflexionar sobre este fenómeno, y repasar brevemente las razones que sugieren un cambio en el modo de imaginar y representar la acción revolucionaria.

Podríamos remontarnos hasta 1927, a la clásica Metropolis de Fritz Lang, para hablar de imágenes urbanas distópicas o apocalípticas, aunque encontramos un referente de partida reciente y más claro en la película Blade Runner (1982), de Ridley Scott, al plantearnos esta un futuro distópico cercano a nuestro imaginario actual, caracterizado por la paradoja entre hiperdesarrollo tecnológico y un deterioro irreversible del ecosistema global. En este filme aparece un Los Ángeles en constante oscuridad y bajo una lluvia perenne, poblada por humanos y replicantes de apariencia andrógina, a merced del poder de un grupo anónimo y privado. El poder público ha desaparecido.

La estética cyberpunk y la temática distópica que popularizó esta película volvemos a hallarla en filmes más recientes, como Hijos del hombre (2006), Soy leyenda (2007) o La carretera (2009). Esta estética cyberpunk, con sus elementos neogóticos y andróginos, es la que se repite en V de vendetta (2006), de James McTiegue, cuya iconografía ha sido explotada más directamente por el movimiento que secunda a Assange. Inspirada en la novela gráfica de Alan Moore y David Lloyd y, a su vez, esta en la vida del personaje histórico Guy Fawkes, el conspirador católico inglés que trató de volar la Casa de los Lores en 1605 sin éxito, V, su protagonista, viste una característica máscara blanca (también asociada a otro personaje mítico, el Fantasma de la Ópera) en la que destacan, además de la barba recortada, los ojos rasgados. Las máscaras de Guy Fawkes comenzaron a usarse por Anonymous en las manifestaciones en contra de la Iglesia de la Cienciología, al censurar esta la publicación online de una entrevista con Tom Cruise hace un par de años. Pero más recientemente, resaltando la similitud entre la palidez y los ojos de la máscara de Fawkes y los de Assange, se ha utilizado la efigie del primero para evocar la del segundo.

La imagen de Assange en los medios, tras ser puesto en libertad condicional hace unas semanas, frente a las puertas neogóticas de la Corte Suprema de Londres, vestido de blanco y negro, erigiéndose sobre los micrófonos que se cruzan delante suyo y envuelto en una luz rojiza, evocaba claramente el cartel de V de vendetta en el que aparece V sobre fondo rojo con dos espadas cruzadas, alzándose sobre la efigie de Evey Hammond (Natalie Portman) y miles de ciudadanos anónimos tocados con la misma máscara.

Que los últimos acontecimientos relacionados con Assange se estén desarrollando en Londres refuerza todavía más el paralelismo entre estos dos personajes. Pero es sobre todo el rico, a la par que abierto (algunos dirían caótico), repertorio de elementos subversivos que contiene la película y la novela gráfica original, lo que lo hace tan apropiado para un movimiento líquido (por utilizar el adjetivo de Z. Bauman y hacer referencia al propio nombre de Wikileaks), que se resiste a seguir sistemáticamente alguna de las líneas ideológicas tradicionales. También es resaltable que la dicotomía urbe en contraste con un entorno rural cobra fuerza en las películas distópicas más recientes, en las que las ciudades no son solamente inhóspitas por sus condiciones climáticas, sino por el peligro que supone vivir a merced de las actuaciones tanto de las autoridades como de grupos subversivos violentos. En este sentido, llama la atención un paralelismo entre el personaje de Theo Faron, de Hijos del hombre, y Julian Assange, que quizás pueda pasar inadvertido: en un momento dado, ambos se refugian en casas en el campo, fuera de la gran ciudad.

Menos anecdótica es la similitud, ya identificada y comentada, entre Julian Assange y Mikael (Kalle) Blomkvist, el protagonista en Millenium, la exitosa trilogía de Stieg Larsson. Kalle es un periodista que logra introducirse en los recovecos más oscuros del poder gracias a las dotes de hacker que posee su ayudante Lisbeth Salander. Su personaje tiene bastante del héroe masculino tradicional. Sin embargo, la protagonista Lisbeth, caracterizada también por una estética neogótica y una apariencia andrógina, además de por una personalidad compleja fruto de una inteligencia superdotada y cierta dificultad para las relaciones sociales, representa el antihéroe.

En muchos sentidos, Julian tiene más de Lisbeth que de Mikael: su aspecto frágil, su resaltada inteligencia muy superior a la media, su halo de niño incomprendido o de enfant terrible, etcétera. Que precisamente las autoridades suecas sean las que oficialmente reclaman a Assange es una casualidad que resalta este paralelismo.

Podríamos decir que la imagen de Assange reúne elementos de ambos protagonistas, emergiendo como puente entre la vieja y la nueva generación de activistas. Al igual que Mikael, Julian no está en su primera juventud y es un profesional experimentado, pero, al mismo tiempo, su apariencia le acerca a muchos de los protagonistas más jóvenes de un movimiento que lucha por un nuevo tipo de libertad de expresión y circulación de la información: es la generación que nació a primeros de los noventa. Naturalmente, existen muchas tendencias estéticas entre quienes rozan ahora los 20 años, pero los que se apuntan al ciberactivismo aglutinan aspectos frecuentemente del emo y otros derivados del punk con imaginería gótica y de la sofisticación apocalíptica urbanita del retro-déco-trash-chic de un par de generaciones atrás: la palidez (por la falta de exposición a los elementos), la delgadez (por la ausencia de ejercicio físico y el veganismo que practican algunos) y la androginia, tanto en la apariencia física como la indumentaria, son los elementos más visibles. Otros elementos más fundamentales son la dependencia tecnológica y un activismo (cabe preguntarse si de corte político) basado en la acción individual. Una acción que a menudo se da desde el relativo confort del dormitorio de la casa parental, un Starbucks o la biblioteca de la Universidad -las contradicciones que muchos miembros de generaciones anteriores vemos en este tipo de activismo, ellos no las ven-. En ese sentido, están más liberados.

Assange le pone cara, no solo a Anonymous, sino a todo ese movimiento líquido, cibernético, en gestación, que necesitaba (en eso no es diferente a los movimientos tradicionales) un icono de carne y hueso. Sin entrar a valorar las implicaciones de Wikileaks, ni las dimensiones de este movimiento a cuya vanguardia está la generación de los noventa, Julian Assange, gracias a la estética que se está generando en torno a su persona, parece reunir suficientes atributos como para erigirse en icono revolucionario del siglo XXI y servir de inspiración tanto a movimientos sociales y culturales como a creativos comerciales del mismo modo que lo ha hecho el Che y su venerada efigie por décadas. No es casualidad que la revista Rolling Stone italiana le galardonara con el Premio Estrella de Rock del Año (resaltando además su parecido físico con David Bowie -otro icono de raíces punkis). Es la vendetta de Assange.

lunes, 24 de enero de 2011

Kalimba y otros crímenes

Jorge Fernandez Menéndez-Excelsior 24-01-2011

La cobertura que ha tenido el caso Kalimba, incluso y, sobre todo, en espacios que se deberían considerar serios, no deja de ser sorprendente.
Entiendo que Kalimba es un intérprete bastante menor y que goza de algo así como sus 15 minutos de fama por este escándalo, y que las autoridades de Quintana Roo han tomado el caso como si fuera el de 0. J. Simpson región cuatro, pero no puedo entender que se le preste tanta atención a esa historia.

Lo grave es que en Quintana Roo están ocurriendo cosas realmente graves y son casi ignoradas por los mismos medios que tanto se regodean con el caso Kalimba. No hablemos de las autoridades cuya eficiencia en seguridad es ínfima y que parecen creer que es más importante esa historia que el boicot turístico de un mercado tan importante para Quintana Roo como Canadá.

Ejemplos: el 31 de diciembre, cinco reos considerados como muy peligrosos salieron por la puerta principal del penal de Cancún luego de haber presentado oficios de libertad falsos de los juzgados segundo y tercero de Distrito. Jorge Mendoza Arguelles, director de la cárcel, admitió que pudo haber complicidad entre funcionarios de los juzgados y los trabajadores del penal que dejaron salir a los reclusos. De acuerdo con las investigaciones, los oficios de libertad los entregaron en la cárcel a las seis de la tarde por un supuesto abogado pero, hasta la medianoche, los internos abandonaron el penal. La desaparición la descubrieron cuatro días después. Los reos que escaparon fueron el colombiano Bortell Archivolt Level, recluido desde 2001 por narcotráfico; el cubano Onel Ernesto del Sol Valdés, preso desde 2008 por tráfico de indocumentados; Alejandro Guzmán, acusado de secuestro; José Antonio Aquino y Johnny Eduardo Rodríguez, procesados por robo calificado. No hay noticias de ellos.

Ese mismo día 31 de diciembre, la turista canadiense Rebecca Rutland, de 41 años, se encontraba en Playa del Carmen, en compañía de su novio, cuando fueron detenidos y llevados a las instalaciones de la policía en donde, según su testimonio, fue violada varias veces. La pareja dijo que además les robaron cientos de dólares. En una entrevista emitida por la cadena de televisión canadiense CBC, Rutland denunció la violación y su denuncia se ha convertido en primera plana de toda la prensa local, mientras distintos medios demandan un boicot turístico a Cancún. La Procuraduría de Quintana Roo abrió una investigación, pero los mismos funcionarios que se han apresurado a detener a Kalimba dicen que no hay elementos que prueban la violación de la señora Rutland.

Bruce Beresford-Redman, productor de Survivor, está acusado de matar a su esposa, la empresaria brasileña Mónica Burgos, en un hotel de Cancún, a principios de abril pasado.

Fue detenido, pero se le dejó en libertad mientras continuaban las investigaciones.

El sospechoso simplemente se regresó a Los Angeles. Pasaron ocho meses para que se emitiera una orden de detención y apenas en noviembre pasado lo apresaron, luego de una intensa campaña, de la familia de la mujer asesinada, en los medios locales. Está sometido a un proceso de extradición, pero su defensa alega que la Procuraduría local no ha enviado información suficiente para mantenerlo detenido. La justicia local no se ha manifestado al respecto.

Hace ya casi dos años fue asesinado en Cancún el general Mauro Enrique Tello Quiñones, que esa misma noche acababa de ser presentado, como nuevo responsable de las estrategias de seguridad del municipios de Benito Juárez, a los principales mandos policiacos locales. Ellos mismos lo secuestraron y asesinaron. Fueron detenidos los principales mandos policiales de la entidad y los del municipio. También, el director de la prisión de Cancún. Pero el caso sigue sin estar resuelto y aseguran que algunos de los detenidos podrían quedar en libertad porque ofrecieron "cooperación" en las investigaciones. Por cierto, el alcalde de Quintana Roo, Greg Sánchez, continúa preso, acusado de relaciones con el narcotráfico y con el tráfico de gente, además de lavado de dinero. Son todas acusaciones federales, la justicia local no lo acusa de nada. Y en Nueva York continúa el juicio contra el ex gobernador Mario Villanueva Madrid, por narcotráfico. El gobierno estatal organizo manifestaciones en apoyo del gobernador y su hijo es el nuevo presidente municipal de Chetumal.

¿No cree usted que el gobierno y la Procuraduría local tendrían que poner una atención prioritaria en estos casos, independientemente de la historia de Kalimba y las jóvenes edecanes? ¿No cree que los medios deberíamos poner la atención en esas historias, más que en dilucidar la moral sexual de un par de jóvenes edecanes y de un cantante de ligas menores? No hay rendición de cuentas ni responsabilidades claras, pero tampoco éstas son exigidas.

En que se parece Kalimba a Gloria Trevi

Braulio Peralta Milenio 24-01-11
No tengo idea de si Kalimba es culpable o no de violación a una menor de edad, pero su presunción de inocencia debería estar sujeta al escrutinio de los jueces abocados al caso.

Lo que resulta escandaloso es el enfoque con que los medios de comunicación han informado del suceso.

El verdadero tema a discutir es el protagonismo, la saña, la injusticia con que reporteros, columnistas, cadenas televisivas y radiales y algunos medios impresos han actuado como jueces que ya dictaron su condena Se habla de hasta 50 años de cárcel. Inconcebible.

Ya nadie se acuerda del caso de Gloria Trevi, salvo que la culpable salió libre de todo delito, después de casi cinco años en prisión, cuando los medios de comunicación ya la habían condenado e inventado poderes satánicos ocultos en los discos de sus canciones.

¿Con qué vara medimos las noticias del mundo del espectáculo y del mundo de las drogas, de la corrupción de los políticos, de los ilícitos de los ex presidentes de México? Entrevistar a Kalimba en cadena nacional sin respetar su presunta inocencia, ¿es legítimo? Ya lo escribió Alvaro Cueva, especialista en televisión: fueron más respetuosos con "las presuntas operaciones de narcotráfico" de José Jorge Balderas Garza, El JJ, "sospechoso" de la agresión contra el futbolista Salvador Cabañas, cuando a Kalimba ni siquiera le concedieron esos privilegios. Por muy graves que sean los delitos de que se les acusa, los dos tienen el mismo respeto a su presunta inocencia.
No soy fan de Kalimba. Apenas había escuchado su excelente versión a la canción "El triste", que hiciera famoso a José José. Pero creo en una ética para informar.

Los medios de comunicación están fallando seriamente en el camino a una democracia posible. El caso Kalimba trasluce ignorancia de dichos medios para tratar los temas relacionados con la justicia.

Es un asunto delicado la violación de una menor. Pero eso tiene que probarse conforme a la ley. Es inmoral acudir a la doble moral que, por un lado, les perdona preguntas impertinentes a los altos dirigentes del país y, por el otro, con rapacidad barata ajusticiamos como si fuéramos jueces a artistas como Kalimba.

Más grave sería juzgar a Kalimba porque pertenece a la religión evangelista, y no a la católica. Sería gravísimo, ¿no le parece? Estaríamos contra el respeto a cualquier creencia. ¿Será?

Lo público y lo privado - Mario Vargas Llosa

Wikileaks no trata de combatir una "mentira", sino de satisfacer una curiosidad morbosa de la civilización del espectáculo. Assange más que un luchador libertario es un exitoso animador

Desde que comencé a leer sus libros y artículos, debe hacer de eso unos 30 años, me pasa con Fernando Savater algo que no me ocurre con ningún otro de los escritores que prefiero: que casi nunca discrepo con sus juicios y críticas. Sus razones, generalmente, me convencen de inmediato, aunque para ello deba rectificar radicalmente lo que hasta entonces creía.

Opine de política, de literatura, de ética y hasta de caballos (sobre los que no sé nada, salvo que nunca acerté una sola apuesta las raras veces que he pisado un hipódromo), Savater me ha parecido siempre un modelo de intelectual comprometido, a la vez principista y pragmático, uno de esos raros pensadores contemporáneos capaces de ver siempre claro en el intrincado bosque que es este siglo XXI y de orientarnos a encontrar el camino perdido a los que andamos algo extraviados.

Todo esto viene a cuento de un artículo suyo sobre Wikileaks y Julian Assange que acabo de leer en la revista Tiempo (número del 23 de diciembre de 2010 al 6 de enero de 2011). Ruego encarecidamente a quienes han celebrado la difusión de los miles de documentos confidenciales del Departamento de Estado de los Estados Unidos como una proeza de la libertad, que lean este artículo que rezuma inteligencia, valentía y sensatez. Si no los hace cambiar de opinión, es seguro que por lo menos los llevará a reflexionar y preguntarse si su entusiasmo no era algo precipitado.

Savater comprueba que en esa vasta colección de materiales filtrados no hay prácticamente revelaciones importantes, que las informaciones y opiniones confidenciales que han salido a la luz eran ya sabidas o presumibles por cualquier observador de la actualidad política más o menos informado, y que lo que prevalece en ellas es sobre todo una chismografía destinada a saciar esa frivolidad que, bajo el respetable membrete de transparencia, es en verdad el entronizado "derecho de todos a saberlo todo: que no haya secretos y reservas que puedan contrariar la curiosidad de alguien... caiga quien caiga y perdamos en el camino lo que perdamos". Ese supuesto "derecho" es, añade, "parte de la actual imbecilización social". Suscribo esta afirmación con puntos y comas.

La revolución audiovisual de nuestro tiempo ha violentado las barreras que la censura oponía a la libre información y a la disidencia crítica y gracias a ello los regímenes autoritarios tienen muchas menos posibilidades que en el pasado de mantener a sus pueblos en la ignorancia y de manipular a la opinión pública. Eso, desde luego, constituye un gran progreso para la cultura de la libertad y hay que aprovecharlo. Pero de allí a concluir que la prodigiosa transformación de las comunicaciones que ha significado Internet autoriza a los internautas a saberlo todo y divulgar todo lo que ocurre bajo el sol (o bajo la luna), haciendo desaparecer de una vez por todas la demarcación entre lo público y lo privado hay un abismo, que, si lo abolimos, podría significar, no una hazaña libertaria sino pura y simplemente un liberticidio que, además de socavar los cimientos de la democracia, infligiría un rudo golpe a la civilización.

Ninguna democracia podría funcionar si desapareciera la confidencialidad de las comunicaciones entre funcionarios y autoridades ni tendría consistencia ninguna forma de política en los campos de la diplomacia, la defensa, la seguridad, el orden público y hasta la economía si los procesos que determinan esas políticas fueron expuestos totalmente a la luz pública en todas sus instancias. El resultado de semejante exhibicionismo informativo sería la parálisis de las instituciones y facilitaría a las organizaciones anti democráticas el trabar y anular todas las iniciativas reñidas con sus designios autoritarios. El libertinaje informativo no tiene nada que ver con la libertad de expresión y está más bien en sus antípodas.

Este libertinaje es posible sólo en las sociedades abiertas, no en las que están sometidas a un control policíaco vertical que sanciona con ferocidad todo intento de violentar la censura. No es casual que los 250.000 documentos confidenciales que Wikileaks ha obtenido procedan de infidentes de los Estados Unidos y no de Rusia ni de China. Aunque las intenciones del señor Julian Assange respondan, como se ha dicho, al sueño utópico y anarquista de la transparencia total, a donde pueden conducir más bien sus operaciones para poner fin al "secreto" es a que, en las sociedades abiertas, surjan corrientes de opinión que, con el argumento de defender la indispensable confidencialidad en el seno de los Estados, propongan frenos y limitaciones a uno de los derechos más importantes de la vida democrática: el de la libre expresión y la crítica.

En una sociedad libre la acción de los gobiernos está fiscalizada por el Congreso, el Poder Judicial, la prensa independiente y de oposición, los partidos políticos, instituciones que, desde luego, tienen todo el derecho del mundo de denunciar los engaños y mentiras a los que a veces recurren ciertas autoridades para encubrir acciones y tráficos ilegales. Pero lo que ha hecho Wikileaks no es nada de esto, sino destruir brutalmente la privacidad de las comunicaciones en las que los diplomáticos y agregados informan a sus superiores sobre las intimidades políticas, económicas, culturales y sociales de los países donde sirven. Gran parte de ese material está conformado por datos y comentarios cuya difusión, aunque no tenga mayor trascendencia, sí crea situaciones enormemente delicadas a aquellos funcionarios y provoca susceptibilidades, rencores y resentimientos que sólo sirven para dañar las relaciones entre países aliados y desprestigiar a sus gobiernos. No se trata, pues, de combatir una "mentira", sino, en efecto, de satisfacer esa curiosidad morbosa y malsana de la civilización del espectáculo, que es la de nuestro tiempo,

Transparentes abusos - Fernando Savater

Wikileaks nos ha permitido conocer que gente aparentemente razonable es partidaria de lo que llaman “transparencia”, es decir, el derecho de todos a saberlo todo: que no haya secretos ni reservas.

DE TODO EL ASUNTO de Wikileaks, que espero sea por lo menos rentable para sus promocionadores, lo único realmente importante es que remacha la evidente imposibilidad de esconder nada en el mundo actual: hagas lo que hagas siempre habrá una cámara filmándote, escribas lo que escribas (a quién escribas y dónde escribas) siempre terminará por salir a la luz pública. Como los documentos sustraídos pertenecen a la diplomacia americana, nos confirman que los americanos cuidan sus intereses, estudian mejor o peor la realidad de acuerdo con ellos y procuran obtener ventajas de los demás países: supongo que algo semejante habría salido a la luz si los papeles hubieran sido de diplomáticos franceses, rusos... o españoles. Si no, más vale despedirlos.

En cuanto a la relevancia de tales soplos, pues la misma que garantías tenemos de su autenticidad: nula. Por ejemplo, este gran titular: “EEUU desconfía de la capacidad de Zapatero para gestionar la crisis”. O sea, como usted, como yo, como casi todos los españoles. La noticia hubiera sido que el Departamento del Tesoro americano considerase a Zapatero un genio de las finanzas, capaz de sacar a su país y de paso a media Europa del abismo. Ese sí que sería un documento estremecedor, una amenaza para el mundo libre. Afortunadamente, piensan lo mismo que nosotros. Y en el resto de los temas, piensan lo que cualquier ser dotado de razón podría suponer que pensaban, aunque a veces disimulan. Como cada cual hace en su vida. ¡Bah!

De modo que Wikileaks es tan revelador en el terreno político como el agujero de la cerradura respecto a la higiene íntima de las personas. En cambio nos ha permitido conocer que gente aparentemente razonable es partidaria de lo que llaman “transparencia”, es decir el derecho de todos a saberlo todo: que no haya secretos y reservas que puedan contrariar la curiosidad de alguien... caiga quien caiga y perdamos en el camino lo que perdamos. ¡Asombroso! Ateniéndome a mi experiencia personal: he estado en muchos tribunales universitarios de cátedras o tesis que, al ir a deliberar, invitaban a salir de la sala al público asistente, sin saber que atentábamos contra doña transparencia; he asistido a muchas reuniones editoriales en un gran diario, dando por supuesto la confidencialidad de lo hablado y sin saber que pecaba de antitransparente; por razones de seguridad llevo escolta policial y confío en que no revele mis itinerarios por Internet, aunque me temo que habría interesados en conocerlos... por transparencia, claro.

Pues bien, las cosas claras. Hay dos tipos de transparencia, la de gestión y la de opinión o deliberación. La primera es imprescindible en democracia: queremos saber a qué destinan los gobernantes nuestros impuestos, cómo defienden nuestras garantías y derechos, cuál es la justificación de sus decisiones políticas, etc...; la segunda es una agresión totalitaria contra el buen funcionamiento de las instituciones y la privacidad de las personas, ocupen cargos públicos o sean simples particulares. Confundirlas es parte de la actual imbecilización social, a la que no es ajena la maquinaria espléndida pero a veces devastadora de Internet. Última observación: dejando aparte a Berlusconi, Putin, los hermanos Castro y alguno más, no hay político que me resulte tan sospechoso y tan poco fiable como el señor Julian Assange... y sus partidarios.

viernes, 21 de enero de 2011

Idealismo sin ánimo de lucro en Internet



El Pais. TIMOTHY GARTON ASH 17-01-2011





Wikipedia cumplió 10 años el sábado 15 de enero. Es el quinto sitio más visitado en Internet. Alrededor de 400 millones de personas la utilizan cada mes. Seguro que la mayoría de los lectores de este artículo están entre ellos. Cuando uno quiere comprobar algo, lo busca en Google y luego, la mitad de las veces, escoge el enlace de Wikipedia para empezar.

Lo extraordinario de esta enciclopedia gratuita, que contiene ya más de 17 millones de artículos en más de 270 lenguas, es que está redactada, editada y autorregulada, casi en su totalidad, por voluntarios no remunerados. Todos los demás sitios web más visitados son negocios multimillonarios. Facebook, con solo 100 millones más de usuarios, acaba de ser valorado en 50.000 millones de dólares.

Cuando se visita Google en Silicon Valley, se ve un vasto complejo de modernos edificios de oficinas, como la capital de una superpotencia. Queda alguna huella del tono alegre y desenfadado que caracterizaba a la empresa, como unas cuantas piezas de Lego en el vestíbulo, pero hay que firmar un acuerdo de confidencialidad antes de poder traspasar la puerta. El lenguaje de los directivos de Google oscila extrañamente entre el de un secretario general de la ONU y el de un vendedor de coches. Un instante hablamos de derechos humanos, y el próximo "presentamos un nuevo producto".

Wikipedia, por el contrario, está supervisada por una fundación sin ánimo de lucro. La Wikimedia Foundation ocupa una planta en un edificio de oficinas anónimo en el centro de San Francisco. Hay que golpear fuerte en la puerta para poder entrar. Dentro, parece exactamente lo que es: una modesta ONG internacional.

Si el principal arquitecto de Wikipedia, Jimmy Wales, hubiera decidido comercializar la empresa, ahora podría valer miles de millones de dólares. Colocar todo bajo el paraguas de los fines no lucrativos fue, como me decía Wales en tono de broma, la cosa más estúpida y más inteligente que ha hecho en su vida. Más que cualquier otro gran sitio web en el mundo, Wikipedia sigue representando el idealismo utópico de los primeros tiempos heroicos de Internet. Los wikipedianos, como les gusta denominarse, son hombres y mujeres que tienen una misión. Esa misión, que emprenden con audacia, se resume en esta frase casi lennonista (de John, claro, no de Vladimir) del hombre al que todos llaman Jimmy: "Imaginemos un mundo en el que cada persona del planeta pudiera tener libre acceso a la suma de todo el conocimiento humano".

La sugerencia de que era posible lograr este objetivo utópico mediante una red mundial de voluntarios que trabajasen a cambio de nada, editando todo tipo de textos, y que las cosas que escribieran iban a estar de inmediato al alcance de todo el mundo, era, por supuesto, una idea totalmente descabellada. Y, sin embargo, ese ejército de chiflados ha recorrido un largo camino en solo 10 años.

Wikipedia tiene fallos importantes. La calidad de los artículos varía enormemente, tanto entre un tema y otro como entre una lengua y otra. Numerosos artículos sobre personajes son incompletos y sesgados. Depende mucho de que haya uno o dos wikipedianos verdaderamente expertos en ese tema y ese idioma concretos. Puede estar increíblemente bien en oscuros aspectos de la cultura popular y, en cambio, sorprendentemente mal en algunos temas de interés general. En las versiones que más años llevan (en inglés y alemán, por ejemplo), las comunidades de editores voluntarios, con el apoyo del pequeño equipo de la fundación, han conseguido que los textos sean mucho más fiables y verificables, sobre todo gracias a su insistencia en que se incluyan notas con enlaces directos a las fuentes.

De todas formas, en mi opinión, todavía hay que comprobar bien las cosas antes de citar cualquier información que se encuentre en Wikipedia. Un artículo sobre el tema en el New Yorker mencionaba una interesante distinción entre conocimiento útil y conocimiento fiable. Uno de los mayores retos de la enciclopedia durante los próximos años es acortar esa diferencia entre útil y fiable.

Otro gran reto es llevar la aventura más allá del Occidente posilustrado, donde nació y donde más cómoda se encuentra. Un experto me ha dicho que aproximadamente el 80% de las aportaciones editoriales procede de los países de la OCDE. La fundación aspira a tener 680 millones de usuarios en 2015, y confía en que la mayor parte del crecimiento se produzca en lugares como India, Brasil y Oriente Próximo.

Pero el enigma no es por qué sigue teniendo fallos evidentes, sino por qué ha funcionado tan bien. Los wikipedianos ofrecen varias explicaciones. Se creó relativamente pronto, cuando no existían infinitos sitios en los que los primeros internautas pudieran pasar el tiempo. Una enciclopedia incluye (en general) datos verificables, no meras opiniones: el material habitual y la maldición de la blogosfera. Y, sobre todo, Wikipedia tuvo suerte con sus comunidades de colaboradores y editores. Para la dimensión que tiene, el equipo de colaboradores habituales es asombrosamente pequeño. Unas 100.000 personas redactan más de cinco artículos al mes, pero las Wikipedias más veteranas y de más tamaño, por ejemplo en inglés, alemán, francés y polaco, se sostienen gracias a un pequeño grupo de unas 15.000 personas en total, que hacen más de 100 contribuciones cada una al mes. Son, en su inmensa mayoría, hombres jóvenes, solteros y muy cultos. Sue Gardner, directora de la Wikimedia Foundation, dice que puede adivinar si una persona es wikipediana a 100 metros de distancia.

Como ocurre con muchos de los sitios web más famosos del mundo, Wikipedia tiene la ventaja de tener su sede en lo que el jefe de su equipo de abogados, Mike Godwin, denomina "un refugio de la libertad de expresión llamado Estados Unidos". Todas sus enciclopedias en distintas lenguas, vivan donde vivan los colaboradores, están alojadas físicamente en los servidores que posee la fundación en Estados Unidos. Disfrutan, por tanto, de las protecciones legales que les confiere la gran tradición norteamericana de la libertad de expresión.

Sin embargo, Wikipedia ha conseguido evitar las espirales de abusos e insultos recogidas en la famosa Ley de Godwin (acuñada por ese mismo Mike Godwin), que afirma que "a medida que una discusión en la Red se prolonga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a los nazis o a Hitler tiende a 1". Ello se debe, en parte, a que una enciclopedia se ocupa de hechos, pero también a que los wikipedianos dedican muchísimo tiempo a defender las normas de convivencia cívica contra los intentos de vandalismo.

El civismo -traducido como savoir-vivre en la versión francesa- es uno de los cinco pilares de Wikipedia. Desde el primer momento, Wales dijo que debía ser posible combinar la sinceridad con la educación. En torno a ese principio se ha desarrollado toda una escuela de etiqueta -perdón, wikiqueta- informática, con abreviaturas como PBF (Presume Buena Fe). Cuando surgen personas incívicas, se dialoga y se discute educadamente con ellas, luego se les hace una advertencia y, por último, si persisten, se les prohíbe participar. Yo no sé si ocurre lo mismo en las versiones en bajo sorabo, gagauzo o samoano. Wikipedia puede tener sus propias áreas en las que no se respete el civismo. Pero si una comunidad lingüística infringe repetidamente las normas, la fundación tiene potestad para quitar sus diatribas del servidor (Wikipedia es una etiqueta legalmente registrada, mientras que los demás Wiki-algo no lo son; por ejemplo Wikileaks, que no tiene nada que ver con Wikipedia y ni siquiera es un wiki [es decir, un espacio de colaboración colectiva en la Red]).

Todavía no sabemos si la matanza de Tucson, Arizona, fue o no producto de la ponzoñosa falta de civismo del debate político en Estados Unidos, las cosas que se oyen en las radios y en cadenas de cable como Fox News. Un loco puede estar simplemente loco. Pero el veneno político que se destila a diario en Estados Unidos es una realidad innegable. En esa situación tan deprimente, está muy bien poder celebrar un invento norteamericano que, pese a todos sus defectos, trata de extender por el mundo una mezcla de idealismo no remunerado, conocimientos y civismo tenaz.