martes, 26 de enero de 2010

Cabañas; sangre, medios y espectáculo


Por Gabriela Warkentin /El Universal

Desde temprano circuló la fotografía. El torso semidesnudo de un cuerpo abatido, y un hilo de sangre cerca de la cabeza. Por si hacía falta, ahí la prueba. Nos hemos convertido en una sociedad que necesita tocar los agujeros de los clavos que le hincaron a Cristo para creer que es él, y que le pasó lo que le pasó.

En las primeras horas activas del lunes comenzó la danza mediática. Se sabía que al futbolista paraguayo Salvador Cabañas le habían disparado en la cabeza. Todo dentro de un conocido lugar, el Bar Bar.

Algunos medios, en la ansiedad por no perder la nota (porque ahora ya no se trata de ganarla sino de no quedar fuera), proclamaban la muerte, luego la desmentían; decían que había sido un asalto, luego mejor una riña; en fin, nada nuevo y todo propio del caos que significa reportear. Desde que la comunicación mediática perdió el privilegio de contar con el tiempo para indagar, que ya no investigar, todo se resuelve en el ir y venir de declaraciones, especulaciones y proyecciones. El caso, el que sea, pasa a segundo plano. La comunicación acelerada, la que sea, se impone.

La polémica comenzó, sin embargo, por otro motivo, cuando a la par de los vaivenes informativos comenzó a circular una fotografía. El cuerpo de Cabañas, con el torso semidesnudo, tirado sobre el piso (que algunos decían era del baño del lugar), y con algo que parecía un hilo de sangre tras la cabeza. Una foto de mala calidad, tal vez tomada con un celular. El sitio en Internet SdPnoticias.com (que se desprende de esfuerzos informativos englobados en el genérico “Sendero del Peje”) la tenía —un poco como exclusiva, todo esto está por revisarse—, y muy pronto la retomaron portales de medios de circulación nacional. Después, circuló por el mundo (Cabañas es un personaje importante en Paraguay y en el mundo futbolero). Twitter tuvo de inmediato la liga a la foto. Y a la par de la difusión inició la polémica. ¿Era necesaria esta fotografía?

Narrar el crimen, la sangre, la muerte, no es fácil. Porque en el camino hay humanos, con derechos, y en el horizonte hay historias, con sus objetivos. El drama haitiano nos puso a prueba. ¿Qué de la muerte debo mostrar? ¿Cómo? ¿Para qué? ¿En qué contexto? Las fotos ¿tienen valor informativo?, ¿o sólo agregan espectáculo? No siempre es fácil, pero la pregunta debe estar presente en todo momento; o siempre que uno se asuma como informador íntegro y responsable.
Adelanto mi conclusión: la publicación de la fotografía de Cabañas, abatido, sangrando, fue un error. Propia de la noticia espectáculo y ajeno a las mínimas reglas de respeto a la persona, al individuo, a la víctima. Ya se había informado del incidente, se sabía de su estado de salud. Y sí, muchas cosas seguían, y siguen: ¿por qué fue agredido?, ¿qué sucedía a esa hora en ese lugar (tomando en cuenta, además, la reglamentación vigente en el Distrito Federal)?, ¿quién alteró la escena del crimen y por qué? Las preguntas son muchas, pero la atención se desvió por una fotografía oportuna, sí, pero que alteró la calentura de quienes no pueden retener la obsesión informativa. A veces, dar un paso atrás y respirar dos veces, nos puede dar la perspectiva para actuar.

El debate durante el día fue intenso, no sólo en redes sociales, sino en los foros de los medios que decidieron publicarla. Había indignación (creciente, en algunos sitios los usuarios exigían que esa foto se retirara, por respeto a la víctima y su familia), pero también respuestas de quienes creían que sí se debía publicar: es información, los medios sólo registran, si los demás la tienen nosotros también.

Más allá del desenlace del caso Cabañas, que esperemos sea favorable, me gustaría nos quedemos con una reflexión: los medios nunca sólo registran, construyen; la foto de un cuerpo abatido sólo es noticia si agrega, pero debe prevalecer el derecho a la propia imagen; los usuarios de medios debemos ser más exigentes, porque respetar al otro es respetarnos socialmente. El espectáculo es eso, la noticia es otra cosa. Si nos acostumbramos a la sangre, bueno… entonces ya todo está dicho.

1 comentario:

  1. ...Yo me pregunto... ¿Es tan obsceno las revistas de Playboy que tienen que estar censuradas por la imagen que le dan a los niños? y.. ¿qué acaso no son peor ejemplo los periódicos amarillístas que muestran muertos por puro morbo?
    Para mi, ¡estos sí deberían estar censurados!

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